Diferencia de clase
Separar a las personas por clases, tomando como parámetro el poder adquisitivo no me parece suficiente para comprender lo complicado de las diferencias sociales. Pensar que solo existen personas pobres y personas ricas es un criterio demasiado básico. Yo lo considero una separación absurda. Porque al final, tanto los personas que ganan más dinero por su trabajo como las que ganan menos, siguen siendo trabajadores. Un futbolista y un barrendero, al fin, siguen siendo empleados o están supeditados a poderes que los controlan.
Los “ricos” no son los responsables de la desigualdad, pero
tampoco los “pobres”. El problema son los que están por encima de todo ello:
los dueños de los hospitales que explotan al médico y los dueños de los
supermercados que explotan al cuidador de coches. Estas son las grandes corporaciones
que lucran con la búsqueda de bienestar, la tristeza y la esperanza. Todas
estas grandes corporaciones nos ofrecen lo que no tienen, pretenden adueñarse
de nuestra felicidad para después venderla. Digo pretenden, porque aunque
así lo parezca, no lo han logrado.
Un arquitecto que dedicó gran parte de su vida a sus
estudios para ofrecer un excelente servicio merece el poder adquisitivo que ha
logrado obtener. Un bolero que vive al día después de años de trabajar en el
mismo lugar y se ha vuelto un experto en su oficio merece ser reconocido y
respetado. ¿Y quién podría asegurar que uno es más feliz que el otro?
Los que creen dominar el mundo
El pequeño grupo de personas que cree dominar el mundo está
consciente de que aquello que ofrecen es
una mentira y luchan cada día por obligarnos a creerla. Pero no es porque sean
más poderosos que nosotros, al contrario, lo hacen porque también son conscientes
de su vulnerabilidad. Saben que ese concepto ficticio de felicidad que ellos
ofrecen no es más que un espejismo que se aleja conforme más nos acercamos. Ese
espejismo es lo que les permite sobrevivir.
Naturalmente somos capaces de ser felices con muy poco. El
concepto de felicidad es tan ambiguo que resulta absurdo creer que la única
manera de entenderlo es a través del poder adquisitivo. Pero históricamente
esta idea ha sido una herramienta muy poderosa para controlar a las personas.
El acto de hacerte pensar que no eres feliz te vuelve vulnerable a los que
comercian con la esperanza de encontrar la felicidad.
¿Quién sostiene a quién?
México es un país donde la mayoría de las personas se
sienten felices y también es uno de los países con más desigualdad. Aquí puedes
encontrar a las personas más humildes irradiando felicidad y disfrutando la
vida con lo poco o mucho que poseen. Se intuye de manera automática la mentira
y la manipulación. Es tolerada porque se cree que no nos afecta.
Todos los “marginados”, los “pobres”, los “vulnerables”, los
“menos afortunados” en realidad son los que sostienen al mundo. Generan la
energía, fuerza, voluntad, arrojo, valor, esperanza y alegría suficientes para
mantener su propia existencia. Pero, además, mantienen vivos a todos esos “poderosos”
que no pueden dejar de consumir, que se han consumido a sí mismos hasta
volverse agujeros negros, condenados a absorber todo a su alrededor para no
desaparecer. Por dentro están vacíos, no hay nada ahí, nada más allá de lo que
los “pobres”, en su infinita caridad les quieren dar. ¿Quiénes son, entonces,
los verdaderos miserables?
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