Por lo general una persona desarrolla codependencia después de muchos años de vivir situaciones de alto estrés en su vida, como las pueden producir las personas cercanas con alguna adicción. Una característica principal de alguien codependiente es su incapacidad para aceptar sus propios sentimientos; sentir enojo, tristeza, desánimo, alegría, o cualquier otro sentimiento puede volverse algo imposible de aceptar en su propia persona. Se reprochan a sí mismos y reprimen esos sentimientos, que no desaparecen, sólo se esconden en algún rincón del ser, a la espera de alguna oportunidad de salir, por ejemplo, con pensamientos torturadores constantes que no son más que válvulas de escape, los cuales acompañan los días de estas personas y provocan que su vida sea algo difícil de sobrellevar.
Los permanentes
"debería de", "debí decir", "debí de hacer",
"debería de estar", son como taladros perforando la mente de un codependiente.
De manera constante y sistemática pueden pasar el día deseando estar en otro
lugar, haciendo otras cosas, soñando con otra vida diferente a la que tienen,
pero sin la claridad y asertividad que se requieren para llevar a cabo sus
planes. Se vuelve un sistema de tortura que forma parte de su vida diaria.
Vivir así no es saludable, pero un codependiente no puede dejar de hacerlo por
sí mismo, está fuera de control, fuera de sí. Ha pasado gran parte de su vida
reclamándose a sí mismo lo que los demás intentan hacerle entender pensando que
no se da cuenta. Sí se da cuenta, solo no sabe qué hacer con esas emociones tan
intensas.
La ira es un de esas emociones intensas que un codependiente acostumbra reprimir. Está furioso con las acciones de esa persona alcohólica o drogadicta con la que ha vivido, pero no puede decírselo porque el adicto tampoco es culpable de ser adicto, ya bastante está sufriendo al vivir esclavo del alcohol o de la droga, entonces el codependiente solo puede callar, enviar ese coraje a alguna parte de su cuerpo para que esta lo absorba. Sella las salidas del vapor haciendo que este se almacene hasta el grado de destruir su propia autoestima y descargar ese coraje contra sí mismo. Estás dinámicas en la vida del codependiente lo vuelven una persona con una tristeza permanente, o con un miedo enorme hacia la vida y hacia las personas, sentimientos que al no ser procesados de manera saludable tienden a provocar distintos grados de depresión, ansiedad o adicción.
Siempre es importante acudir con un especialista, buscar ayuda es el primer paso para desprenderse de este malestar. Como lo dije al principio, ser codependiente no tiene nada que ver con ser buena o mala persona, mucho menos con ser incapaz, es solo una forma de ser que nos está lastimando. Por consecuencia lo más sano y prudente es aceptar lo que somos, sin juzgarnos. Aceptar también que podemos estar mejor, que nuestro bienestar depende en su mayoría de nosotros mismos. Cada uno sabemos dentro de nosotros lo que deseamos de la vida, lo que nos hace felices y lo que nos lastima.
Como codependiente en recuperación puedo decirte que acudir a terapia y sobre todo; aprender a aceptarme, poco a poco me ha cambiado la vida, me doy cuenta ahora de lo insufrible que se había vuelto mi mundo y agradezco a mí mismo todos los días el haber tomado la decisión de buscar ayuda y cambiar para bien. Anímate, la vida no es ese oscuro callejón sin salida que imaginamos, tenemos derecho a sentirnos bien, hacer lo que nos gusta, disfrutar de la compañía de los demás, y sobre todo, tenemos derecho a equivocarnos y volverlo a intentar, dejemos de ser tan severos con nosotros mismos, somos simplemente seres humanos.
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